jueves, 29 de julio de 2010

Jüdich

Abril de 1942. Dos figuras abrazadas se acurrucan entre dos cajas en el oscuro vagón de un tren de mercancías de rumbo incierto. Una de ella sostiene la cabeza de la otra fuertemente contra su pecho. La otra, aunque pequeña, siente el miedo de la una.

-Mamá…-dice la otra con voz cortada- tengo sed…

Lo sé, cariño, lo sé, yo también tengo sed. Pero tenemos que aguantar un poquito- responde la una, acariciando la cabeza del pequeño.

-¿Pero por qué? Yo quiero salir ya mami, tengo sed, y me suena la barriga.

-No podemos salir, cariño, ¿es que no lo entiendes? Hay hombres malos ahí fuera- replica ella, mientras con su mano recorre el cuerpecito del niño, carcomido por el hambre.

-¿Como los que se llevaron a papá?

Las palabras del niño provocan una punzada de dolor en su corazón y hacen brotar sus lágrimas.

-Sí, hijo – dice, con voz temblorosa-, como los que se llevaron a papá.

El niño aprieta con sus manitas los pliegues de la ropa de la mujer.

-¿También nos cogerán a nosotros, mami?- pregunta asustado.

-No, cielo. Nosotros iremos a Suiza con tu tío y con tu tía. Allí no hay hombres malos.

Las ruedas del tren chirrían sobre la vía mientras la pesada máquina frena. Fuera se escuchan voces imperativas y puertas de vagones que se abren y se cierran.

El corazón de la mujer late con fuerza. Aparta al niño y lo esconde bajo una manta en la esquina del vagón.

-No salgas de ahí hasta que el tren llegue a la estación- dice ella, besando la frente del niño-.

-¿Mami…?

-¡Shhh! –. Le cubre la cabeza con la manta.

Fuera las voces suenan más cercanas. La puerta del vagón se descorre con un chirrido. Un hombre uniformado y con gorra negra hace un barrido del interior con una linterna. Se detiene sobre una mujer de rostro pálido, ojos oscuros y cubierta con un velo del que sale un ondulado mechón anaranjado. Su voz es clara y grave al lanzar el grito con el que ella se sabe condenada.

-¡JÜDICH!

Poco después, el tren sigue su viaje con las ruedas graznando, las chimeneas escupiendo humo, y con un pasajero menos en sus entrañas.

martes, 20 de julio de 2010

Lloran

Sobre aquellas escaleras hay un chico sentado. Está deshilachando con sus manos los hilos de su vida. Mete los dedos entre las hebras y las despedaza sin compasión. Mientras sigue con su labor, los hilos de su felicidad perdida van cayendo al suelo y amontonándose en el olvido. Cuando le preguntan por qué lo hace, él responde con voz neutra: "Porque es mía". Y sigue afanosamente en su labor destructiva.

Para él no hay tiempo ni conciencia. Nada hay que detenga sus dedos. Sin prisa pero sin pausa, hace jirones su vida y su felicidad. Sólo es un cuerpo rico con un alma paupérrima. Pero eso a él no le importa.

Los hilos yacen en el suelo aún. Podrías recogerlos y tratar de remendarlos ahora que el viento no los ha esparcido. En vez de eso, te levantas y te vas. Mientras los hilos de tu vida se deshacen en la tierra seca y arenosa del olvido y el dolor. Y llorar. Lloran desconsoladamente. Puedo oír sus lamentos desde aquí. Lloran.

martes, 6 de julio de 2010


















<<...Y entonces es cuando comprendo que la sonrisa de un niño puede cambiar el mundo.>>
Escribo esto en formato Calibri de Word a partir de su original en bolígrafo BIC rojo sobre un folio DIN A4, sabiendo que podía haberlo hecho con una pluma, un estilógrafo o un lápiz de cera. Con cada medio hubiera conseguido solturas, trazos y caligrafías muy distintas sobre el papel. Peor al igual que, sea cual sea el método, mi espíritu es el que se esconde entre cada línea, así deseo que sean los sentimientos reales que reflejan estas palabras las que prevalezcan en mi.
Te quiero, Sar.

miércoles, 2 de junio de 2010

Chocolate caliente II =) (Peque (L))















-Aunque… A decir verdad la lluvia es bella -. Me dijiste finalmente
-¿No te resulta difícil pensar que el agua se evapore para después volver a caer? Es como magia, toda la naturaleza… ¿Por qué tener miedo entonces de las cosas que nos resultan difíciles o imposibles? Nadie dijo que la tecnología evolucionara hasta aquí.
-Tienes las respuestas en tus propias palabras…

Entonces me incorporé y mire al techo.

-Alguien algún día soñó con tocar una melodía, presentar un cuadro o ser reconocido por su relato… ¡Los sueños no son solo sueños!
-Jajaja… - Por momentos odiaba esa risilla tuya cuando te hablaba en serio… Y lo sabías.
-A este paso te vas a quedar sin tazas de chocolates -. Te dije para que me atendieras.
-Vale vale ya paro, pero tenemos: Magia, imposibles y sueños ¿En qué quedamos?
-En que si tú eres mago y yo una soñadora, el imposible se despeja y desaparece, se convierte en un dato más para hallar el resultado.




Te loveo sucio <3


martes, 25 de mayo de 2010

Mercenarios

Me miró con la espada ensangrentada y la cara contorsionada en un rictus mezcla de dolor e ira. Tenía el miedo grabado en los ojos. Me miraba como si fuera yo el que había movido su mano.

-¿Qué hemos hecho, Rivav? ¡Es-están mu-muertos!- balbuceó-. Los hemos…

-Cállate- lo corté, tratando de imprimir carácter a mis palabras-. Deja de temblar de una vez o hasta ellos se reirán de ti.

Aquello no hizo sino avivar la ira del muchacho.

-¿¡Que…que de-deje de temblar!? ¡He matado, Rivav! ¡He segado vidas inocentes! ¡He…he escupido sobre mi honor! Maldita sea, Rivav! ¡Maldita sea! – descargó un golpe sobre la pared.

Suspiré y puse los ojos en blanco. No era extraño ver aquel tipo de reacción en el bautizo de sangre de un principiante.

-Escucha, Idia- le dije, tratando de hablar con suavidad-. Deja de lamentarte. Somos mercenarios. Hombres sin dueño ni senda fija, almas libres vendidas al mejor postor. El honor no fue pensado para gente como nosotros. No dudamos, no preguntamos, actuamos. Porque nadie, ¿me oyes?, absolutamente nadie, intercederá por un mercenario-. Hice una pausa y respiré hondo-. Esta es la vida que hemos elegido… si no te gusta, lárgate.

>>Y ahora, registra esos cuerpos y busca algo de valor en las habitaciones. Cuando acabes enciende una antorcha y quema la casa.

domingo, 23 de mayo de 2010














¿Cómo puede un hombre temer más a su pasado que a su futuro...?

sábado, 22 de mayo de 2010

Chocolate caliente



Hace calor en la habitación. La calefacción hace tiempo que está apagada, pero el calor se mantiene como una burbuja. Es agradable. Estoy apoyado contra el cristal de la ventana, empañado por el frío. Fuera sigue siendo invierno.

Oigo el chasquido de la puerta. Te veo entrar con dos tazas de chocolate bien caliente. Es curioso, cuando has entrado el calor asfixiante se ha suavizado un poco.

Te sientas en el alféizar frente a mí y me pasas una de las tazas. Cierras los ojos y respiras profundamente. Conociéndote, estarás disfrutando del contraste entre la calidez de la habitación y el chocolate en tus manos con el frío del cristal. Adoro la serenidad de tu cara en estos momentos.

Abres los ojos y miras hacia fuera. Está empezando a llover. Las hojas se agitan y el suelo comienza a llenarse de manchitas y embarrarse. Sonríes.

-¿Sabes? Me encanta la lluvia- me dices con una voz suave.

-Lo sé- respondo dándole un sorbo al chocolate. Espeso en su justa medida, como sólo tú sabes hacerlo.

-Es como…-prosigues con expresión soñadora, sin hacerme caso-… si vinieran de parte de las nubes para lavar la cara de la tierra…

-Lo sé – vuelvo a responder.

-…y limpiar los pecados del mundo.

Esta vez no pude evitar sonreír.

-Lo sé.

Me miras con la cara de una niña pequeña enfadada. Se me enternece el corazón cada vez que te veo así.

-¿Tú te crees muy listo, no?- me dices con una vocecilla que pretende parecer ofendida y dándome un empujón con el pie.

-No, es que tú eres muy tonta- le replico con picardía.

Hinchas los carrillos y arrugas la cara, haciéndome imposible aguantar la risa.

-¡Idiota!- me gritas mirándome enfurruñada.

-Te quiero.

Ahora eres tú la que me sonríe traviesa.

-Lo sé.

domingo, 16 de mayo de 2010

















Hubo una vez un niño que miraba al cielo y se preguntaba: "¿En qué piensan las nubes?"

miércoles, 12 de mayo de 2010

Hados del bosque


















Una leyenda dice que si llegas al pie de un arco iris, allí habrá un gnomo junto a una olla repleta de oro esperándote.

Es curioso ver como los hombres corren desesperados detrás de un arco iris, mientras a su alrededor pasan inadvertidas las cosas más bellas que uno pueda encontrar jamás. ¿Qué será lo que más les llama? ¿Un enano peludo, una olla oxidada, o quizás un rayo de luz que huye de ellos y que jamás alcanzarán?

Bueno… desde encima de este árbol resulta muy divertido de ver. ¡Jijiji!