jueves, 18 de febrero de 2010











Ten cuidado, pequeño viajero.

El camino que acabas de comenzar es largo. Unas veces será tortuoso, lleno de cristales que pisar y puñales en la espalda cada vez que te des la vuelta, hasta el punto de que el sentimiento de impotencia e infelicidad que te embargará (y ten por seguro que así será, no una sino muchas veces) te hará querer tirar la toalla, echarte al suelo y esperar acurrucado a que llegue el sueño reparador. Otras, en cambio, la dulce brisa y el sonido de tu risa y la de los que te acompañen te darán la seguridad de que has hecho lo correcto siguiendo adelante.

Tendrás compañeros de viaje, no lo dudes. Ellos tendrán gran peso en la labranza de tu camino, igual que tú, en alguna parte, labrarás el suyo. Y como reflejo del camino mismo, encontrarás toda clase de personas. Unas te darán su apoyo incondicional, se ofrecerán como apoyo cuando notes que tus piernas te fallan, borrarán las marcas que las piedras y los puñales dejen en ti y te señalarán el Sol cuando no puedas encontrarlo tú solo. Otras, por el contrario, te seguirán ansiando tu caída, le lanzarán piedras y esconderán la mano después, te escupirán a la cara, te empujarán al suelo para patearte, te clavarán las dagas de la tierra en la espalda, haciendo que llegues a odiarlas profundamente.

El camino no será fácil, pequeño. No hay mucho que yo pueda hacer por ello, pero al menos quiero darte un consejo: Hazlo lo mejor que puedas. Nunca debes rendirte, por difícil que resulte continuar. El odio no conduce a nada, no será más que un lastre en tu viaje. Recuerda siempre que el amor de los que de verdad te quieren puede ser la cura de muchas heridas, procura mantenerlos siempre cerca de ti. Haz de tu corazón un templo sagrado, no dejes que nada ni nadie lo toque hasta que sea el momento adecuado.

Por último, debes saber que en muchas ocasiones tu camino se bifurcará y tendrás que elegir una de las opciones, cada una totalmente distinta a la otra, para seguir adelante. Es imposible vivir todas las posibilidades a la vez. Escojas una u otra, siempre habrá quien se quede atrás o tome una vía distinta de la tuya. En algún momento llorarás por aquellos a los que tienes que decir adiós, es inevitable. Por ello, procura siempre aprovechar todas las oportunidades que te brinden. Créeme, son más livianas las lágrimas que derramas por alguien que dejaste atrás que aquellas acompañadas además de un “Ojalá hubiera…”.

Eso es todo lo que puedo adelantarte, viajero. El resto debes aprenderlo por ti mismo. Sólo me queda una cosa por decir:

BUENA SUERTE

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