sábado, 22 de mayo de 2010

Chocolate caliente



Hace calor en la habitación. La calefacción hace tiempo que está apagada, pero el calor se mantiene como una burbuja. Es agradable. Estoy apoyado contra el cristal de la ventana, empañado por el frío. Fuera sigue siendo invierno.

Oigo el chasquido de la puerta. Te veo entrar con dos tazas de chocolate bien caliente. Es curioso, cuando has entrado el calor asfixiante se ha suavizado un poco.

Te sientas en el alféizar frente a mí y me pasas una de las tazas. Cierras los ojos y respiras profundamente. Conociéndote, estarás disfrutando del contraste entre la calidez de la habitación y el chocolate en tus manos con el frío del cristal. Adoro la serenidad de tu cara en estos momentos.

Abres los ojos y miras hacia fuera. Está empezando a llover. Las hojas se agitan y el suelo comienza a llenarse de manchitas y embarrarse. Sonríes.

-¿Sabes? Me encanta la lluvia- me dices con una voz suave.

-Lo sé- respondo dándole un sorbo al chocolate. Espeso en su justa medida, como sólo tú sabes hacerlo.

-Es como…-prosigues con expresión soñadora, sin hacerme caso-… si vinieran de parte de las nubes para lavar la cara de la tierra…

-Lo sé – vuelvo a responder.

-…y limpiar los pecados del mundo.

Esta vez no pude evitar sonreír.

-Lo sé.

Me miras con la cara de una niña pequeña enfadada. Se me enternece el corazón cada vez que te veo así.

-¿Tú te crees muy listo, no?- me dices con una vocecilla que pretende parecer ofendida y dándome un empujón con el pie.

-No, es que tú eres muy tonta- le replico con picardía.

Hinchas los carrillos y arrugas la cara, haciéndome imposible aguantar la risa.

-¡Idiota!- me gritas mirándome enfurruñada.

-Te quiero.

Ahora eres tú la que me sonríe traviesa.

-Lo sé.

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